Como muchos/as por aquí saben y si no os lo cuento, una de mis ocupaciones es elaborar contenidos para la Web del proyecto Andalbike. Por ello tengo que redactar yo mismo muchos de los reportajes. Al mismo tiempo muchos colaboradores nos escriben ex profeso o aportan los suyos ya publicados anteriormente en sus webs, foros, blogs, etc. No hace mucho vi la necesidad de publicar un reportaje sobre la alimentación en los viajes cicloturistas, dada la importancia de no descuidar este aspecto en los mismos, así como ofrecer una serie de consejos prácticos a la hora de combinar pedaleo y alimentación, sobre todo cuando vayamos en marcha.
Anduve un tiempo buscando colaboraciones para la publicación del mismo, solo me ofrecían o encontraba artículos y estudios súper técnicos, enfocados casi exclusivamente al rendimiento, el entrenamiento o la competición, nada más lejos de lo que yo pretendía. Me dí cuenta que aparte de aportarme algún dato objetivo se alejaban y mucho de mi pensamiento filosófico de todo esto. Me vinieron enseguida a mi cabeza tantos y tantos momentos disfrutados junto a una buena cerveza con tapa en el bar de la plaza del pueblo, charlando con los paisanos y disfrutando quizás de ese sendero o cuesta imposible que acababa de superar, de haber atravesado ese bosque espeso o ver surcar una rapaz el cielo, sintiendo ese aire limpio mientras perdía la vista en el horizonte. Entonces me dí cuenta que debía hacerlo yo.
Anduve un tiempo buscando colaboraciones para la publicación del mismo, solo me ofrecían o encontraba artículos y estudios súper técnicos, enfocados casi exclusivamente al rendimiento, el entrenamiento o la competición, nada más lejos de lo que yo pretendía. Me dí cuenta que aparte de aportarme algún dato objetivo se alejaban y mucho de mi pensamiento filosófico de todo esto. Me vinieron enseguida a mi cabeza tantos y tantos momentos disfrutados junto a una buena cerveza con tapa en el bar de la plaza del pueblo, charlando con los paisanos y disfrutando quizás de ese sendero o cuesta imposible que acababa de superar, de haber atravesado ese bosque espeso o ver surcar una rapaz el cielo, sintiendo ese aire limpio mientras perdía la vista en el horizonte. Entonces me dí cuenta que debía hacerlo yo.
Así que como tantas otras veces me puse a escribir el reportaje, no tenía otro remedio si realmente quería trasmitir ese sentimiento y filosofía que encierran los viajes cicloturistas. Cuando no se busca llegar el primero arriba de la cuesta o poco importa si tardamos una hora más en llegar al pueblo, de poco sirven los vatios, pulsaciones por minuto o la no conveniencia de parar por el mero gusto de hacerlo.
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