Creo que sería en el 2007, cuando un buen día un amigo(conociéndome bien) me dijo, hace poco me llevaron con la bici a un sendero casi oculto y tremendamente bello. Tras unas muy básicas indicaciones, al poco tiempo me encontraba con un grupo de buenos amigos a los mandos de nuestras bicis buscando aquel "nuevo" trazado. La mañana no podía ser más desapacible, la niebla, el viento y la lluvia fueron nuestros compañeros de aquella jornada. Casi de forma milagrosa (dadas las escuetas indicaciones y la espesa niebla que cubría el paraje) encontramos el acceso al inicio del sendero, aunque sabía donde estábamos y hacia donde teníamos que marcar nuestro rumbo pronto perdimos la senda, el entorno en el que nos encontrábamos era tan uniforme y sin ningún tipo de referencia que nos hacía perder continuamente el trazado oculto bajo la gruesa capa de hojas secas que lo cubría, lo que nos hizo recorrer aquel bosque como pudimos y dios nos dió a entender. Cuando finalmente llegamos a terreno conocido y pasadas algunas fatiguitas, me dí cuenta del gran valor y calidad que tenía aquel "sendero" para sacarlo a la luz.
Al poco tiempo me encontraba de nuevo allí, pero como es costrumbre en mí a pié y dispuesto a encontrar la buena senda. Tras varias horas de briega conseguí encontar la senda original. Dada la dificultad de seguirla y pensando en ir mejorándola, me dediqué a colocar infinidad de hitos con piedras que fueran sirviendo de orientación en futuras visitas y evitar despistes, como en cualquier senda el tiempo y el uso deberían encargarse de afianzarla al suelo.
Tras varias visitas, sobre todo con mis amigos Paco y Miguel Angel del club Al-Hadra, conseguimos recuperar verdaderamente aquella ancestral senda para uso y disfrute de senderistas y ciclistas, quitando piedras, amojonando y sobre todo limpiando el suelo de la gruesa capa de hojas que lo ocultaba. Poco después a través del club convocamos una salida colectiva para dar a conocer oficialmente aquella joya. Y lo digo con la total convicción de que se trata de un sendero digno de recorrer ya sea a pié o en bici y disfrutar de este trozo apartado de pura naturaleza.
El sendero en sí se desarrolla en las faldas de la sierra de Ojén bajo la cima del pico Tajo de la Corza, en el paraje conocido como los Calabozos de donde toma su nombre, atraviesa un denso y joven alcornocal típico del parque de los Alcornocales acompañado del también habitual y rico sotobosque de helechos principalmente. Es también conocido en algunos círculos como sendero Pumori, aunque quienes nos atribuimos con razón su recuperación nunca fue nuestra intención cambiarle la toponimia.
En el siguiente enlace tenéis más datos técnicos así como el track para descargároslo y poder recorrerlo sin los inconvenientes que yo encontré.
Un sendero merecedor como pocos de pertenecer a la serie Baquia.
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